domingo, febrero 19, 2006

A continuacion corto y pego un relato que he leido y que ahora que me estoy aficionando al té, me ha parecido interesante. Al final esta el enlace al sitio original.


2003-02-26 15:59 Por la mañana, English Breakfast, con un poquito de leche, y una cucharada de azúcar morena. Para despertarse.
A media mañana, si hay suerte, un Earl Grey hecho en leche, sin azúcar. El sabor de la bergamota permanece el resto de la mañana.
Por la tarde, después de la siesta, Lapsang Souchong, con azúcar candy aromatizada al limón. Acompañado, si acaso, con chocolate negro al 70%. Llena la casa con su olor ahumado.
Por la noche, un té verde, por ejemplo, té verde a la menta o té verde con lima. Para tener sueños tranquilos y una vida longeva.

Lo que me gusta del té no es sólo su sabor, o sus efectos, sino la ceremonia. Comprar y tomar café significa cogerlo de una estantería en el super, calentar el vaso de leche en el microondas, y echar una cucharadita.
Comprar té es diferente. Para empezar, a unos metros de la tienda se huele ya algo. Si ese día se ha hecho té con melocotón, o la mezcla de Navidad, la acera ya lo anuncia.
Entrar a la tienda es recibir también un universo de olores. El olor del té, como fondo, y como primeros planos, los de los diferentes aromas. Se compra con tranquilidad, se comenta con el tendero los últimos tés que has probado, y los que todavía te quedan pro probar, le pides consejo, mezclas nuevas que han llegado, le comentas algo que has leido.
Luego, ya en casa, calientas el agua en el microondas (los puristas lo harian en una tetera de las que pitan, que, aunque son difíciles de conseguir en España, sí los venden en esa tienda), y mientras eliges el té. Vas probando varias latas, hasta que encuentras el que necesitas, porque, diablos, todavía no has logrado aprenderte qué lata tiene cada té. Echas el té en el filtro, una cucharadita, un poco más si necesitas cafeína extra.
Y hay que esperar pacientemente a que se haga el té; los minutos que hayan escrito en la bolsita, ni más ni menos. Un té de 4 minutos no puede estar 6, porque los taninos esconderán el sabor del té, o los aromas. Tampoco 3, porque saldrá aguachirlado. Un té de dos minutos requiere, al menos, esos dos minutos de atención: son tés muy delicados, y pierden totalmente el aroma (y debo confesar que los evito, soy incapaz de estar dos minutos esperando a que ocurra: voy siempre a hacer otra cosa, y me olvido).
Sólo falta que lo sirva una geisha. Pero casi que me da igual; me conformo con escribir esto mientras disfruto de mi English Breakfast matutino (un poco de leche, un poco de azúcar, 4 minutos de infusión).
Ya he mencionado la East and West Tea Shop, de Granada, en pleno centro. Ahí es donde yo me abastezco. En la misma Granada, hay otras alternativas: el Antiguo Tostadero, tiene buena calidad, aunque no la cantidad de tés que la anterior.
Y si por casualidad pasáis por Londres, evitad Whittard: está siempre lleno de turistas, es caro, y no tiene porqué ser de mejor calidad (aunque me quedé con ganas de tomar el Mulled Wine o algo así). Tampoco merece la pena Fortnum & Mason, los dos cerca de Picadilly (bueno, el primero por todos sitios, es una franquicia), porque sólo vende "caddies" grandes (y quiero decir grandes) o de tres en tres. La calidad es excelente, pero el Lapsang Souchong lo podéis encontrar en el Corte Inglés. Si vais a Harrods, y si vais con vuestra media naranja es parada obligada, tienen unos tés "del año" que merecen la pena. Muy caros, por supuesto.
Pero los sitios que de verdad merecen la pena son dos: "The Tea House", en Covent Garden, y el ya mencionado St. James teas, en Blackfriars: trato muy agradable, y un excelente "Afternoon tea".
Y todo esto lo cuento porque, como no estoy en mi casa, no puedo tomar té, salvo de bolsita. Pero no es lo mismo.

fuente: atalaya.blogalia


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