debió ser el ajo

Hoy he tomado gazpacho, estaba muy rico, pero no era el primero de la temporada. El primero fue el de Nicolás (por cierto...¿dónde te metiste ayer tarde? ¿Te encuentras bien?) que tambien estaba estupendo. Hasta ahí todo correcto, luego cafeteé con Labordeta y sobre las siete y media regresé a casa a cambiarme para mis clases de hapkido. Y fue ahí donde empecé a notarlo...sobre todo en el calentamiento y en la última media hora. Como consecuencia de un violento ejercicio, se me escapó una ventosidad...estruendosa para mi (era muy consciente de mi tempestad gaseosa) pero por lo visto inadvertida para el resto (menos mal). Cuando terminé la clase, regresé a casa, llamé a Toni y quedé para correr. Echamos una divertida carrera nocturna bajo la lluvia en el circuito El tablero, convertido por obra y gracia de la lluvia en un lodazal (ideal para el entrenamiento del cuerpo de marines, los seal y los delta force). Todo bien y sin percances (mencionar que de barro estábamos hasta las orejas, claro está). A la vuelta (en coche) volví a sentir los síntomas pero no su manifestación...afortunadamente para Toni.....y para mí, pues el hubiera perdido el conocimiento y las castaña hubiera sido de órdago a la grande. Tras llegar a casa y deshacerme de toda la arena (incrustada en partes de dificil comprensión) cené. Y es ahora mientras navego y escribo estas líneas cuando toda la furia huracanada contenida, estalla sin pena ni vergüenza cada x minutos, la flatulencia atenaza mi esfinter y no amenaza con salir, si no que sin preguntar, lo hace (como decía Shrek, mejor fuera que dentro). Este cuarto se ha convertido en un zulo NBQ. No puedo más, me voy a respirar aire no viciado. Hasta la próxima descontaminación amigos. Y puesto que no cuento con los servicios de Gil Grisson, debió ser el ajo.